viernes, 19 de febrero de 2010

Brasil 2016, desafíos grandes para un país grande


(Desde Santiago de Chile). El reciente 2 de Octubre de 2009 la decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de elegir a Rio de Janeiro como la ciudad sede de los próximos Juegos Olímpicos 2016 desató, como es la costumbre carioca, un carnaval nacional. Durante días los brasileños celebraron la decisión, soñando con la magnificencia propia y característica de este pueblo a la hora de sus realizaciones.

Rio de Janeiro se convirtió así en la segunda locación Latinoamericana en albergar a los juegos, ya lo había hecho México en 1968. Entre el 5 y el 21 de Agosto de 2016 Río de Janeiro y un conjunto de localidades aledañas serán escenario de los juegos, en sus diversas disciplinas. Los factores considerados: excelencia técnica, experiencia, olimpismo y para-olimpismo y transformación aseguran para Brasil grandes aplicaciones de recursos, personas y un trabajo extenuante.

Quizás el factor clave es el de la “transformación” que contempla profundas intervenciones sociales y ambientales en la ciudad sede. Esto, por cuanto Rio de Janeiro es famosa en el mundo entero por su gigantesco y desenfrenado carnaval, sus paradisíacas playas, sin embargo, también por sus barriadas y favelas en donde, incluso para las policías con un completo despliegue militar, es imposible entrar sin enfrentarse en cruentos combates con el crimen y las pandillas.

Brasil es una nación de contrastes, como globalmente lo es también América Latina, aunque esta nación se diferencia de sus hermanos continentales. Es el país con la mayor superficie de Sudamérica, posee grandes usinas y complejos industriales, su territorio contiene prácticamente la totalidad de la Amazonia, aún con zonas libres de la influencia humana y con riquezas por descubrir. Con todo, existe una importante tasa de pobreza, analfabetismo y subalimentados.

El estadio Maracaná, uno de los más grandes del mundo y la pasión futbolera allí impregnada será la sede de la inauguración y el cierre de los juegos en 2016. En los alrededores de la ciudad y del estadio existen peligrosos enclaves como el suburbio de Penha y múltiples favelas –poblaciones de gran pobreza, peligros y carencias múltiples- como las de Vidigal y Morro dos Macacos. En esta última, recientemente, derribaron un helicóptero con cuatro efectivos policiales, falleciendo tres de ellos.

El presidente Luis Inacio Lula da Silva, ya en su segundo mandato y con una de las mayores popularidades de todo el continente americano (81% en septiembre de 2009), consciente de esta realidad ha sido entusiasta para obtener los juegos, y cauto para preparar las medidas tendientes a resolver las negativas realidades que coexisten con la belleza.

La inversión que Lula da Silva planea materializar alcanza a los 26.000 millones de dólares estadounidenses. De este monto cuatro quintos contemplan redes de transporte, incluyendo un moderno tren bala de largo alcance. Especial preocupación tendrá la infraestructura de Barra de Tijuca, lugar en que estará emplazada la Villa Olímpica, esto implicará el establecimiento de grandes medidas de seguridad para garantizar la integridad de los invitados.

El presidente, conocedor de primera mano de estas realidades, ya está en la tarea de implementar los equipos humanos adecuados, para una brillante gesta deportiva. Lula sabe de adversidades, y su vida es un ejemplo de superación, quizás uno de sus mayores legados gubernamentales será superar los reveses y dolores íntimos del país, para dar al mundo una lección de capacidad y fortaleza.

Sin duda que ni la reducción en un 10% de los ingresos del turismo acumulados al tercer cuarto de año, producto de la crisis internacional, y las expectativas de la población en un reciente y reputado sondeo (37% cree que sus ingresos apenas se mantendrán en los próximos meses y un 54% piensa que el empleo se mantendrá estático en igual período) amilanarán a este pueblo que, siempre se ha sentido el mais grande do mundo, para lograr unos juegos inolvidables y que dejen huella en la historia de los deportes. Tampoco los 20 mil asesinados en los últimos tres años, 20 personas por día, les quitarán las fuerzas. Contrario sensu, estas cifras adversas y las circunstancias aciagas que viven cotidianamente millones de cariocas, parecen estar convirtiéndose en el acicate para que el pueblo brasileño se una en torno a este desafío nacional y un reto político colosal para el Presidente y su gobierno.

Brasil tiene sobre la mesa el peor escenario que hubiera deseado, al tiempo que una inmensa oportunidad de atacar frontalmente sus fantasmas, pero este pueblo fruto de la conquista portuguesa y del tesón de sus naturales se ha forjado en el rigor. El mundo no sería tal sin las bellezas que ofrece y, seguramente, post Juegos Olímpicos salga fortalecido. Una nación que ha sabido cobijar grandes desarrollos industriales, generado importantes polos de progreso, hitos arquitectónicos y superado adversidades y reveses, seguramente hará de esta ocasión una oportunidad. Una oportunidad para despedirse de las secuelas de la crisis global y una oportunidad para extirpar tumores y canceres intestinos que ensombrecen sus bondades. Brasil tiene la potencialidad para retomar el pujante camino de logros y aciertos que lo han hecho distinguirse en las Américas. Y más allá de posturas contingentes, Lula es la locomotora de este viaje. Para América Latina este éxito es un contagio virtuoso que debería impulsar la integración y los comunes objetivos, para hacer de la región una unidad orientada ininterrumpidamente al desarrollo creciente de sus ciudadanos.

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